jueves, 29 de enero de 2009

El sibarita accidental (II): Momo, qué descubrimiento

jueves, 29 de enero de 2009

El jueves es un gran día para disfrutar del almuerzo, la semana laboral agoniza y uno puede recrearse un poquito más en la mesa sin remordimiento de conciencia. Si es en Momo, en la calle Pérez Galdós, la demora está justificada.

Dos menús del día, 19,80€
1 cerveza mientras espero, 1,30€
Total (2 personas): 21,10€

Decoración bastante neutra. Todo en blanco, espejos con marcos dorados donde podrían ir pinturas o fotografías y, eso sí, unas curiosas máscaras de carnaval de Guatemala aportando alguna nota de color.

Servicio diligente. Sólo dos personas en la sala, pero sobra para dos mesas que estaban ocupadas ese día (luego llegó más gente). De todos modos, es un restaurante pequeñito, apenas 35 personas.

Comida genial. Sin piruetas, sin alardes, sin adornos, todo lo que probamos demostraba que comer no es sólo llenar la panza. Buenas raciones de fideuá, albóndiga triple, mero (algo soso, este sí)..., y me gustaría que mi compañero de mesa participara en este blog y me recordara su segundo plato, porque no lo recuerdo, pero opinó bastante bien de él. Los postres también estaban muy ricos, aunque el moco de chocolate no sólo flaqueaba en la poca delicadeza del nombre: también estaba un poco seco. Aún así, parece que está creando afición.

Precio tirado. Para lo bien y mucho que comimos, 9,90€ me parece un regalo para dos platos, postre, pan y bebida, con tres opciones para elegir en cada caso. En Momo también se puede comer a la carta, es un buen sitio para una cenita, claro que sí, pero para quienes nos vemos obligados a comer fuera de casa a diario este menú es una bendición.

Conclusión: no sólo merece la pena visitarlo, también es de esos sitios que se pueden recomendar sin que luego te lo echen en cara.

Por ANTONIO EME

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