jueves, 17 de enero de 2013

El sibarita accidental (XIII): Don Juan

jueves, 17 de enero de 2013

Mi compañero Iain está de visita de trabajo. Es su última noche en Sevilla y tiene tiempo para un par de cervezas y probar nuevas tapas antes de volver a Edimburgo. Ya ha venido en varias ocasiones, incluso ha estado todo un mes de vacaciones, así que es difícil sorprenderle. Entonces recuerdo a mi amigo de la infancia Kisko Polvillo, cuya trayectoria por los restaurantes sevillanos más atrevidos le ha llevado a la nueva apuesta de Casa Robles: Don Juan de Alemanes. Aunque sólo sea para ver lo que han hecho con el antiguo Flaherty's, cuyo local ocupa, hay que dejarse caer por allí.


1/2 ración de vieras al curry indio en tempura con picadillo de mango
1/2 ración de arroz caldoso y meloso con tinta, delicias de chipirón y dos aliolis
1/2 steak tartar de solomillo de ternera cortado a mano
1 marquesita de chocolate
1 postre tres limones
2 cervezas
2 cocacolas
Total (2 personas): 41,60€

Decoración muy estilizada y, podría decirse, andaluzamente glamurosa. Macetas por doquier, predominio del blanco (pero sobre ladrillo, así que más rústico que minimalista), enrejados, sillería de metal con salpicones de pinturas de colores... muchos detalles para entretener la vista. Aunque el verdadero espectáculo está sobre la mesa. De entrada, una apetitosa barra se asoma a la fachada de la Catedral por una cristalera.

Servicio rápido, atento y amable. Incluso en inglés, obligado por su vecindad con el núcleo turístico de Sevilla.

Comida muy sabrosa aunque no muy generosa, con evidente descompensación entre precio y volumen. Sin bucear demasiado en las tapas, la división apunta a cocina tradicional sevillana: chacinas, quesos, fritos, guisos... Sin embargo, a poco que se enumeran las especialidades, la realidad sale a flote. Atypical Spanish. La viera es apostar sobre seguro y el arroz sorprende con sus matices. El steak tartar, agresivo. Y los postres, una nueva razón para subir a los altares a Laura Robles.

Precio alto, por más que compense.

Conclusión: una buena inversión en sabores, pero como ocasión especial. Lástima que cada vez tenemos menos de esas.





Por ANTONIO EME

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